LaPágina0, 22.07.2011

Miguel Perlado, psicólogo (COPC), psicoterapeuta (FEAP), psicoanalista (IPB) especialista en sectas (ICSA), recibe a laPágina0 en su despacho de Travessera de Gràcia, en Barcelona, con una amplia sonrisa antes de saber que le íbamos a robar dos horas de su preciado tiempo. Demasiado que preguntar a un profesional con más de 800 casos de sectarismo en el bolsillo.

Fundador y presidente actual de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), además de miembro de la Junta Directiva del iPsi Formación Psicoanalítica y de la International Cultic Studies Association (ICSA) entre otras, ha participado en varios de los juicios contra las sectas más conocidos en este país.

-Primero de todo, ¿qué entendemos por una secta?

Todo aquel grupo o movimiento que tiene un líder carismático autoproclamado y que exige de sus miembros una dedicación y devoción que van en aumento, siempre en detrimento de los mismos o de sus familias o de la sociedad. Y que, de manera característica, emplean procedimientos de manipulación psicológica, es decir, de control de la personalidad.

-¿Cómo podemos identificar a una secta?

La apariencia de las sectas destructivas ha cambiado sustancialmente. Se les puede reconocer por unos cuantos signos característicos: una presencia autoproclamada de un líder carismático incuestionable; una idealización extrema de ese líder; una sumisión ciega a los mandatos del grupo y del liderazgo; y una manipulación psicológica que se ejerce sobre los adeptos.

-Es decir que aquel hombre con la túnica blanca, la larga barba, en lo alto de una montaña esperando un mensaje celestial es historia…

Ya no se ciñen al patrón clásico, han cambiado tremendamente. Estamos hablando de personas con corbata y power points, personas influyentes que trabajan en grandes empresas y que se mueven por organismos europeos. Lo que ha cambiado respecto al pasado son los puntos sobre los que inciden. Por ejemplo, los 70 y 80 eran los años de la contracultura, del movimiento hippie, de muchos cambios sociales y motivos de preocupación para el ciudadano. Los grupos sectarios, entonces, incidían en cómo veías la vida, la política, la sociedad, en cómo te imaginabas el mundo en el día de mañana. Hoy (desde los 90), las sectas se dirigen a aspectos nucleares de tu self, de tu identidad. Buscan incidir en cómo te ves a ti mismo, cómo te relacionas con los demás y qué emociones tienes, ya no tanto respecto a tu entorno cultural y social, sino en lo más nuclear de tu personalidad. Así, modificando progresivamente tu identidad, tu percepción se va transformando, tus pensamientos también y, consecuentemente, tus acciones.

-Hemos oído hablar de las “desprogramaciones de los 70” y de las técnicas de “secuestro del adepto” como procedimientos para “curar” al adepto. Por un momento me he imaginado aquella escena de La Naranja Mecánica de Kubrick en la que al chaval le obligan a ver imágenes de los nazis sin poder si quiera pestañear…

Las “desprogramaciones” eran procedimientos de rescate puestos en marcha por los mismos familiares, que empezaban a ver que su ser querido cambiaba de comportamiento: ‘cada vez está más cerrado’, ‘está dejando de lado sus estudios’, ‘ya no se comunica’, ‘solo le interesa lo que le dice su grupo’, etc. No encontraban ayuda en los profesionales de la salud para abordar el fenómeno y se encontraban con respuestas como: ‘es un momento de su vida, ya se le pasará’, ‘es un adolescente, es muy típico’, ‘son cosas de creencias, ahí no nos podemos meter’, etc. Como les daba la sensación de que les hubieran lavado el cerebro, pensaron en que si les habían ‘programado’, lo que había que hacer era ‘desprogramarlos’. Así que los mismos familiares se organizaban espontáneamente para contratar a ex miembros de la secta para raptar al familiar y encerrarlo en una casa apartada e incomunicada, durante una semana, hasta que el adepto renunciaba al grupo por fuerza mayor. No les quedaba otra, pero no dejaba de ser un caso de retención ilegal, porque se hacía en contra de la voluntad de la persona, además de correr un riesgo ético -estaban haciendo lo mismo que una secta, pero en sentido inverso-. También supone un riesgo legal, porque los grupos tienen abogados y te denuncian. Por eso ya no se hacen, porque incurren en acciones ilegales.

-¿Cómo se hacen las “desprogramaciones” en la actualidad?

Aunque las estadísticas que se hacían sobre las “desprogramaciones” de antaño eran bastante efectivas, la incorporación de profesionales para trabajar en acciones menos cruentas dieron lugar a procedimientos técnicos para ayudar al adepto en activo vinculado a una secta. Desde la asociación (AIIAP) intentamos ser proactivos, pero nuestras intervenciones se basan en la voluntariedad. Trabajamos con las familias y/o amigos para que se puedan acercar al adepto y le propongan hablar con una persona externa (a la secta). Estas intervenciones son intensas -de entre 4 y 8 horas trabajando con la persona o, incluso, uno o dos días seguidos- para plantar semillas de duda y dejar que echen raíces. Porque, el adepto, por lo general, dice ‘que es muy feliz, que esto es lo que había estado buscando toda la vida’. Romper lo que, normalmente, es una defensa instalada por la secta para no escuchar aspectos críticos que vienen de fuera, es muy difícil. Es un proceso largo y delicado que hace sufrir mucho a la familia y al mismo adepto.

-¿Cualquiera puede caer en manos de una secta? Es decir, ¿hay perfiles más susceptibles?

En principio, cualquier persona es susceptible de entrar en una secta. No existe un perfil único, con lo cual debemos pensar que como las situaciones de máximo riesgo son momentos de crisis emocional, de trabajo, de familia, etc. cualquier persona en un momento vulnerable de su vida puede ser fácilmente seducida por una secta. Ahora bien, hay subtipos de pacientes que vas viendo regularmente a medida que vas atendiendo familias y personas afectadas, por ejemplo: personas de entre 40 y 50 años que hacen un cambio en su vida y empiezan a flirtear con otras cosas. El conjunto de los adolescentes también son una franja de riesgo, porque son momentos de cambio y su identidad no está  muy consolidada. También algunos colectivos de mujeres de mediana edad insatisfechas con su vida y con una larga tradición de machismo que quieren hacer un cambio mediante prácticas New Age.

-Entonces, ¿no hay patrones determinados por tus rasgos de personalidad?

El patrón típico de adepto es una persona: joven, inteligente, con estudios universitarios, con inquietudes, con –incluso- un nivel de inteligencia por encima de la media general, idealistas, con aspectos de ingenuidad y que son personas muy tenaces y persistentes en sus tareas. Esto tiene mucho sentido porque una secta no quiere gente discapacitada, trastornada, problemática, con psicopatías que puedan destrozar al grupo. Sino que quieren personas de buen corazón, con ganas de ayudar, que se desvivan por una causa. A fin de cuentas, lo que buscan son personas productivas. Ahora, esto no quita que haya grupos que se hayan “subespecializado” en poblaciones. Por ejemplo, hay grupos sectarios que dicen rehabilitar a toxicómanos y los parasitan, porque sus familias les dan dinero. O también hay sectas coercitivas que dicen curar enfermedades como el cáncer o el sida, buscan su target específico. En general, la secta te busca; no buscas tú a la secta.

-¿Todas las sectas te obligan a hacer cursos/tests/estudios de iniciación?

Hay siempre una primera fase de seducción y de atracción, pero ésta varía según el discurso del grupo: las hay religiosas, políticas, de crecimiento personal, humanitarias, ecologistas… La doctrina es lo de menos. Cuando hablamos de una secta, no estamos haciendo una crítica sobre su ideología. Hay sectas que tienen doctrinas plausibles, muy creíbles e interesantes. Y hay otras con doctrinas absolutamente inverosímiles. Es indistinto “qué vendan”, porque, al final, lo que las define es la manera de funcionar, el procedimiento que emplean para su fin.

-Es todo como un proceso de aprendizaje a ser sumisos…

Es cierto que hay sectas que te dicen ‘no pienses yo pienso por ti’, otras que ‘tu problema es que piensas demasiado, que debes dejarte fluir y conectar con tu verdadera esencia’. En función del leitmotiv del grupo cambia el discurso y los argumentos. Un grupo de crecimiento personal con características sectarias te dirá ‘tú puedes marcharte cuando quieras, pero ahí fuera está la enfermedad, la locura…’ Y una secta evangelista te avisará que ‘ahí fuera está Satanás’. Un patrón común, por tanto, es la obediencia ciega. Si tú no eras sumiso, no te preocupes que acabarán erosionándote hasta tal punto que, de aquello que te parecía increíble, acabaras pensando ‘la verdad es que tiene todo su sentido’. Porque tú cuando entras, tienes dudas. Incluso, en tu primera reunión puede haber entre el público alguien que pregunte ‘oye, me han dicho que esto es una secta’ y tú no sabes que esa persona es, en realidad, un adepto del grupo al que le han dicho que haga esa pregunta. Al cabo de unos meses ya no te queda nada por preguntar, pero tampoco te han dado respuestas. Y eso es muy curioso, porque todo va acompañado de una doctrina confusa. Te dicen: ‘Lo verás más adelante’, ‘es cuestión de tiempo’, ‘déjate llevar’… Puedes pasarte horas escuchando sin saber qué te han dicho y, aun así, pensando ‘pero qué bien habla’, cuando no te has enterado de nada. Entre esas largas reuniones puede haber mensajes clave que has ido repitiendo y que acaban teniendo un impacto, se te acaban grabando.

-¿Y cómo puedes darte cuenta de que te están manipulando?

No puedes. Por lo general un adepto dice ‘hombre, yo no soy tonto, si alguien me manipula me daría cuenta’. Pues yo no. Si es una manipulación debe ser efectiva, sino es otra cosa. Estaríamos hablando de “trileros” (¿dónde está la bolita?), de un engaño. La manipulación debe alcanzar su objetivo, que es que tú ignores lo que está pasando y que además sigas pensando que tú lo controlas. Ese es el objetivo: acabar convencido de que sigues siendo tú quién decide, cuando son ellos.

-Quizás, una manera de darte cuenta de la manipulación es ver que cuando ya no dudas de nada es que algo va mal…

En el momento que no dudas de nada, ya no dudas ni de si dudabas. Nuestra naturaleza está  basada en la duda, no tenemos verdades absolutas. Cierto es que la personalidad nunca se puede controlar al cien por cien. Pongamos situaciones extremas: en los campos de concentración nazis, la persona lograba marchar a otro lugar en su mente para no vivir 24h el abuso, la tortura, el maltrato y salir de esa coacción, que era incluso física. En las sectas también, siempre hay un punto difícilmente manipulable, son aspectos relacionados con la infancia, con la familia, que persisten y, por tanto, justifican nuestra intervención.

-¿Y qué pasa con los niños que ya nacen dentro de una secta? No tienen un pasado al que aferrarse, no tienen ese “punto interior” que les puede hacer dudar…

Esta es una situación excepcional,pero en los últimos años estamos viendo casos de «segundas generaciones», es decir, niños que fueron educados o craidos en el seno de una secta destructiva. Salen con tal confusión que tienes que ayudarles en todo; se encuentran con otros códigos sociales. Lo cierto es que quedan pocos grupos sectarios de reclusión total, pero aun así la educación la hacen dentro del grupo. La continuidad de las 24h del grupo siempre está ahí y mentalmente eso ocupa su lugar.

-Parece que al final todo es cuestión de FE… ¿Las religiones son sectas?

Las religiones tienen la FE como componente compartido, que no es más que una convicción. Te lo crees o no te lo crees. Una de las diferencias entre secta y religión, entre otras, es precisamente que esa fe nunca debe ser ciega e incondicional; debe ser rebatible, progresiva, discutible y razonable, pese a lo contradictorio que pueda parecer que la FE, o una convicción religiosa, puedan ser razonables. Pero una Iglesia respetable debería tener un talante transparente, abierto, respetuoso con sus miembros, no impositivo y mucho menos coercitivo.

-¿Y una religión no es un grupo de manipulación psicológica?

De acuerdo, esto lo interesante. Estamos hablando de una línea de continuidad. Si pusiéramos una regla que fuera del 0 a 10, me sorprendería que encontraras una relación humana ubicable en el 0. No hay ninguna relación humana que no implique influencia. Ahora mismo tú y yo nos estamos influenciando. Si quieres, en el 11 puedes poner a los grupos terroristas, pero todas las sectas tienen sus matices por lo que podrías colocarlas diferencialmente según la franja de manipulación. Si hicieras el ejercicio teórico de colocar en esa misma escala a otras organizaciones sociales –que, en principio no consideradas sectas- verías que hay elementos que se comparten. Aún así, no podemos caer en ‘todo es una secta’, porque hoy en día se banaliza mucho con este tema. Igual la Iglesia abusa, engaña, estafa -estamos de acuerdo-, pero de ahí a llamarla secta… Podemos calificarla de muchas maneras, pero no de secta destructiva.

-Por eso mismo, sectas, religiones y algunas organizaciones sociales cumplen muchas características parecidas: uso del plural, adoración a un único líder, camino al paraíso, purificación del alma, si estás fuera eres un loco, etc. ¿Qué diferencia encontramos, pues, entre seguir al Opus Dei o al Catolicismo?

¿Me preguntas qué diferencia hay entre el Opus y el Vaticano? Si un grupo tolera diversidad en su seno, eso le salva de que se “sectarice”. Las sectas no aceptan críticas ni internas ni externas: ‘O estás con nosotros o estás contra nosotros’. En una institución como el Vaticano, con todas las críticas que tiene -y no son pocas-, al menos, aun podemos encontrar diversidad de movimientos y opiniones. Hay gente muy crítica con la Iglesia desde dentro, por ejemplo, con toda la ristra de abusos sexuales que han salido a últimamente. Eso puedo llevar a abrir un diálogo sobre las dimensiones de abuso que se pueden dar. En cuanto al Opus Dei, nosotros trabajamos con miembros que presentan patrones muy compatibles con los de una secta coercitiva. Hay una anulación de la voluntad, hay un secretismo, la mortificación corporal, el control erosionante de tu mente, de tu vida, de tu economía, de tus relaciones y, suma y sigue.

-Pero pasan el cestito para recoger dinero…

Y el Futbol Club Barcelona también. No confundamos el detalle aislado con el conjunto. Cuando hablamos de secta, hablamos de un conjunto de ítems. Hay algunas que llegan a cumplirlos todos y otras que casi llegan, pero no lo son.

-Dicho de otra manera, ¿dentro de la Iglesia Católica hay sectas?

¿Hay dinámicas de abuso? Sí. ¿Hay aspectos de “sectarización”? Sí. ¿Hay cosas que los emparentan? Por supuesto. Pero también podríamos decir que Aum Shinrikyo (La Verdad Suprema), que en 1995 puso bombas de gas sarín en el metro de Japón -y que ahora funcionan bajo la cobertura de Aleph, una empresa informática, que está reorganizándose en Rusia y Japón- es una secta destructiva, pero hoy día sí podríamos clasificarla como un grupo terrorista.

-Entonces, la ETA, que es un grupo terrorista, ¿tiene comportamientos sectarios?

No hay duda. Y así pasa con otras organizaciones sociales, en distintos grados e intensidades.

-Has dicho que ahora están de moda las sectas “de corte comercial” y “de crecimiento personal”. ¿Cómo son?

Las sectas aprovechan el momento y los temas de moda. En los últimos años, el incremento de todo lo que tiene que ver con la New Age, las “terapias alternativas” y el “cuidado de tu salud” son material de primera para las sectas para ponerlas al servicio del control de la personalidad.

-No creo que estas terapias acaben en suicidios colectivos…

Humm… ¿Por qué no? Seguimos confundiendo la visión y el análisis de la secta por el tipo de discurso. Hoy en día la ansiedad se ha vuelto laica y la religiosidad se ha tornado difusa. La gente busca alternativas: el budismo, el hinduismo… Hay una crisis de la Iglesia Católica en nuestro país desde hace años y se observa un flirteo con otras maneras de religiosidad, como pueden ser las terapias. En el siglo XIX, la angustia tenía éxtasis religioso: yagas, estigmas, grandes cuadros histéricos, etc. Si es un grupo religioso, ¿tiene más probabilidades de cometer suicidio colectivo? Sí y no. Un grupo político, o racial, como podría ser el Ku Kux Klan, puede decidir quemar casas y matar personas. Las sectas conducen al suicidio colectivo en situaciones extremas nada deseables, pero lo más habitual es que lleven al adepto a la muerte psíquica rebajándolo a condición de “cosa” que manipular a su antojo.

Todo depende de la patología del líder. A mayor índice, mayor riesgo de actuación violenta. Es cierto que los líderes carismáticos de estos grupos sumamente patológicos tienen una cierta predilección por ideologías ligadas a lo religioso, porque dentro de su delirio siempre aparecen aspectos místicos. Pero, por ejemplo, aquí, en las Islas (Canarias), hubo un intento de suicidio colectivo, frenado por la policía, de Heide Fittkau Garthe, una psicóloga que no predicaba nada religioso.

-¿Cómo una filosofía o disciplina como la del Yoga, que muchas veces es recomendada por médicos como terapia, puede desembocar en una secta?

Cuando el discurso acaba predominando sobre la práctica. Tú comienzas a hacer yoga y al cabo de un mes las prácticas se vuelven más teóricas, donde la conversación se centra más en la persona que da la clase y en sus discursos. Además, luego te sugieren otras clases alternativas más intensivas de meditación que te plantean como si tú fueras “una escogida”. Cuidado. La primera técnica de seducción es la de ‘si tú has llegado hasta mí, es porque tu energía y la mía están conectadas. Tú no lo sabes, pero yo lo veo en tu aura’.

-Pero esto es porque todos necesitamos sentirnos especiales…

Fundamentalmente. Una de las cuestiones que mueve este engranaje (el de las sectas) es la de ‘sentirse especial’. Sentirse “alguien” y salir de la mediocridad. Esto lo vemos incluso en los ex miembros de una secta, que una vez han logrado salirse de ellas siguen sintiéndose “alguien”, solo que esta vez son “alguien en contra de”. Lo que nos mueve (a los humanos) es la necesidad de ser queridos, admirados y aceptados. De modo que, ojo con las propuestas que te hagan sentir culpable, que te hagan sentir como una “escogida”, que te respondan con un ‘ya lo verás’, que no te respeten una opinión crítica, que te obliguen a seguir una pautas sin poder salirte de ellas o que te introduzcan la figura de un gurú.

-Al final, estos comportamientos sectarios parecen estar muy relacionados con la “conciencia de grupo” y de “comunidad”. Entonces, ¿el comportamiento sectario es algo intrínseco en el ser humano?

Totalmente. Formar parte de un grupo o de un proyecto -de algo compartido- es una necesidad. Adecuamos nuestro comportamiento al entorno y el entorno hace presión. Lo que sí es intrínseco es nuestra tendencia a la pertenencia y al no pensar mucho.

-Y a la dependencia…

Desde el mismo momento en que nacemos. La dependencia no es negativa y esto vale la pena repetirlo. En cualquier vínculo humano hay dependencia. Dependemos de nuestros padres, de la familia, de la pareja… ¡hasta dependemos de llegar a fin de mes! Hay dependencias que ayudan a crecer y las hay que ayudan a ir hacia atrás, como las sectas. También depende de la cultura. Los occidentales somos muy desapegados: hay que ser independientes, competitivos, ser los primeros… La cultura oriental es diferente: trabajan en equipo, son muy gregarios, respetan la identidad del otro para crecer como personas y en donde la dependencia es muy positiva. En occidente vivimos las dependencias como un signo tremendamente negativo. Una relación de dependencia puede ser muy positiva si es bien llevada hacia el crecimiento, a la vista está la relación entre una madre y su bebé. Una secta te dirá ‘tienes que seguir aquí porque soy el único que sabe lo que a ti te conviene’. Y te asegura que te lo dará, aunque luego te quedes sin nada.

-También has dicho que es inherente en nosotros la tendencia a “no pensar mucho”…

Pensar puede ser doloroso, y más en momentos de crisis, por lo que una propuesta seductora y, aparentemente “resuélvelo-todo” engancha de manera natural porque simplifica el pensamiento.

-Esto nos lleva a la pregunta: ¿por qué‚ existen las sectas? ¿Qué lugar ocupan en el mundo?

Por numerosas razones. Una de ellas es porque hay –como decía un sociólogo- “agujeros negros” en nuestra cultura y nuestra civilización. A la práctica, esto significa que la sociedad y el orden que hemos establecido no satisfacen todas las necesidades del individuo. Somos tantos y tan diversos que siempre hay fisuras. ‘Vaya es que a mí no me ofrecen lo que yo necesitaba’, ahí es donde se introducen las sectas. Otra razón tendencia natural a la formación de los grupos humanos, cualquier grupo humano lleva en sí mismo el germen de una secta. En un grupo de terapia una de las fantasías con las que los pacientes siempre bromean es con ‘esto parece una secta’ y ‘el terapeuta es nuestro líder’. El grupo humano, en función de cómo se conduzca, puede llevarse hacia la construcción o hacia la destrucción. La Alemania nazi es un claro ejemplo. Las masas son llevadas en función del tipo de líder. Fíjate en aquel hombrecillo (Hitler), ¡pero qué capacidad! Los hay positivos y negativos, constructivos y destructivos. Hay líderes tolerantes que respetan y hay líderes que solo logran ser alguien dominando tu mente, y éste (último) es el tipo de líder sectario.

– Siempre hablas de “situaciones de abuso psicológico”. Pero, esto incluye un abanico muy amplio de posibilidades, por ejemplo, un caso de violencia de género. Pero éste no tiene nada que ver con el comportamiento sectario, ¿no?

Sí. Hay relaciones sectarias de dos. Lo llamamos manipulación interpersonal, es decir, una persona toma control sobre otra. Así empieza una secta. De dos irradia a tres, de tres a cuatro y de cuatro a cinco, seis… Una relación de maltrato doméstico no es una secta, pero es una tiranía doméstica donde la víctima está dentro de una burbuja incomunicada con el exterior donde nadie puede entrar, y quizás incluso así te ponga buena cara. Hay una anulación de la personalidad, un doblegamiento del otro… Ésta es una técnica que se ve en todas las sectas: ‘Lo hago por tu bien, porque tu no me obedeces’. En una secta quizás no te pegarán físicamente, pero te castigarán emocionalmente: sin este privilegio, sin acudir a esta reunión o repitiendo un curso. Hay grados en cuanto al nivel de intensidad y al número de personas que participan. Lo mismo podríamos decir en situaciones de bullying mobbing.

-Todo es cuestión de poder…

Sí. Lo que busca una secta, fundamentalmente, no es el dinero, sino el poder. El poder de controlar tu mente, porque si te convenzo que tengo un mensaje maravilloso, tú me traerás a me traerás a más personas. Lo económico viene después. A nivel colectivo, buscan poder introduciéndose en lugares de decisión gubernamental y/o europeo.

Dudo que lo consigan con su discurso sectario…

No. Tienen una doble agenda. Una hermosa vitrina hacia fuera y la trastienda hacia dentro. Primero buscan posicionar adeptos. La burocracia es mucho papeleo, entre una cosa y otra ya estás dentro. Muchas se dirigen al Tribunal Europeo denunciando que están siendo difamadas en su país por motivos religiosos, para que éste se posicione a su favor. Y éste lo ha hecho, posibilitando que muchos grupos aquí (en España) se registren, como la Iglesia de la Unificación (losMoonies) dando paso a otra ristra de grupos considerados sectarios que están dentro del Registro de Entidades Religiosas de Ministerio de Interior español. El último ejemplo es la Iglesia de Scientology. Si cumplen los criterios determinados por el Ministerio ya está.

-Da para pensar que, al final, son legalizadas a cambio de intereses económicos o políticos según los países que las legalizan…

(Silencio)… Sin coger una teoría basada en el interés que puede haber detrás, cada país tiene una legislación distinta respecto a las libertades religiosas. Esto marca un punto de inflexión. Pero, evidentemente, también hay influencias en función del país en el que te mueves. Aquí, el Opus Dei o los Legionarios de Cristo han tenido muchas influencias a todos los niveles, no es ningún secreto.

-Y luego está  la utilización de figuras públicas para asegurarse el éxito…

Totalmente. Hay un juego perverso en todo ello en el que las dos partes sacan tajada. Es como en las revistas del corazón donde todo son montajes. Aunque, ha habido algún caso de personas vinculadas al starsystem que han reconocido haber sido abusadas. Lo último es que el hijo de Plácido Domingo está siendo acosado por la Cienciología. Cuando ya no les interesas, te difaman.

-Las víctimas también tienen material delicado… ¿Tan difícil es “desarticular” una secta incluso sabiendo que va contra los Derechos Humanos?

No se puede. Porque no hay legislación específica, tan solo en Francia. Pero a día de hoy todavía no se ha disuelto ninguna. Es muy difícil demostrarlo ante un juez. En nuestro código penal, el artículo 515 dice que “son punibles aquellas organizaciones que, pese a tener fines lícitos, incurrieran en acciones violentas que implicaran el control de la personalidad”. Nuestro sistema jurídico tiene recursos para hacer frente, por lo que sería posible disolverlas, lo que no se saben aplicar. Y luego que las sectas siempre bordean, no transgreden directamente. En el momento que lo hacen -malversación de fondos, maltratos físicos, abusos sexuales, etc.- son denunciables.

Ésta es otra de las características de las sectas: siempre están al filo del delito, pero nunca lo traspasan. Por ejemplo, el líder puede desfalcar económicamente y malversar, pero él nunca hará una operación, lo hará algún adepto en su nombre. Así, si hay revuelo, él nunca será el culpable. No existe líder sin seguidores y viceversa, de modo que siempre constituye un pequeño círculo a su alrededor de personas sumamente comprometidas y fieles que actúan como sus brazos ejecutores, con lo cual, en un juicio se acusa tanto a la líder como a sus seguidores. Tuve ocasión de participar en calidad de perito especialista en el juicio contra el Colectivo Amba, en el que argumenté que ese pequeño núcleo duro estaban igual o más manipulados por su líder –una “terapeuta”- que los demás. No exime a los adeptos de la pena, pero, en ocasiones, la atenúa.

-Pregunta inversa a la del principio de la entrevista: ¿Cualquiera puede ser el líder de una secta?

Humm… No. Hay personas que tienen más madera de líder que otras. Esto lo observas en cualquier grupo social: de trabajo, en una reunión, en un grupo escolar, en la facultad… Siempre hay uno que lleva la voz cantante y otros que se dejan llevar. Son perfiles de personalidad distintos. Generalmente el líder carismático de una secta destructiva suele ser una persona que en su infancia han tenido alguna situación de trastorno patológico grave no diagnosticado ni tratado, generalmente en la pre-adolescencia, que ha hecho una reinterpretación delirante de aquello que vivió. Son locuras muy lúcidas.

-¿Siendo un buen manipulador, sin ninguna patología, también podrías montar una secta?

Si…  puede, pero ¿tú la montarías?

-(Silencio)… No.

¿Por qué?

-Porque no tengo ninguna necesidad de hacerlo…

Vale (asintiendo). No tienes necesidad de hacerlo y eres una buena persona. Implícito en la manipulación sectaria está la maldad: corromper lo bueno en malo, lo válido en inválido. Corrompen tus capacidades en incapacidades para tomar cualquier decisión, desde cómo lavarte o defectar, hasta cómo tratar a tu familia o tu trabajo. Terminan por regulártelo todo. y ese nivel de minuciosidad lo consiguen personas sumamente patológicas que tienen una labia y una entrada en escena que te obnubila. Los ex miembros te lo dicen: ‘no sé qué tenía pero era como si me hipnotizara’. Su péndulo es la capacidad de arrastre, son como un imán, algo ideal y perfecto que muchas personas no pueden ni describir con palabras. Son grandes especialistas en “sorber el seso”. El placer que obtienen es la destrucción y el dominio del otro.

-¿Destrucción? Si en teoría están construyendo ‘algo’ nuevo…

Bien… Están creando “algo” mediante la destrucción de las personas, una “cosa” que manejar. Poseen personas que quedan alineadas de manera que pueden dirigir a su antojo, como un juego de niños, solo que este juego va más allá. El discurso explícito es que quieren crear, que son símbolos lo que emplean, pero no son símbolos son cosas reales, concretas y prácticas. Las religiones sí que emplean simbolismos y metáforas.

-¿De qué hablan entonces sus escrituras?

No son metáforas. Son hechos concretos porque les cuesta mucho simbolizar debido al mismo trastorno. Viven las cosas como acciones directas. Tú puedes imaginar, fantasear, representar, pensar pero no hacer. Pero los líderes carismáticos no. Tienen un pensamiento basado en la acción.

-Una buena técnica de captación sería anular la capacidad de imaginación de la gente, quitarles la creatividad…

Si. Bajo el pretexto de que vas a ser más creativo. Recuerdo a un grupo de pintura que atendí que acabó volviéndose una secta. ¿Cómo? Por ejemplo, un pintor que dice ser el único capaz de pintar un tipo de cuadros debido a una canalización con un ser extraterrestre, por lo que todos los demás pintores están en su contra. De manera que el grupo -con todas las características de cohesión que hemos comentado anteriormente- acaba pintando los mismos cuadros. Así que no favorecen la creatividad, sino que la acaban destruyendo. Porque la creatividad implica libertad de pensamiento.

-De modo que en una secta tampoco leen…

No, no. Solo leen los libros de la secta. Nuevamente hay grados. En un grupo más poroso que otro, puedes leer más, aunque luego el contenido será reinterpretado -eso si tienes tiempo de leer cosas que no sean todas las que el propio grupo te sugiere-. Ni ganas te quedarán para la literatura general. Es una falsa libertad. Tú podrás consultar Internet en la residencia, pero no teclees “S-E-X” porque no te dejará entrar.

-¿Los llamados “grupos de poder” (Club Bilderberg, Skull&Bones…) también son sectas?

Es algo distinto. Fundamentalmente son grupos de influencia. Todas las sectas son grupos de influencia, ahora, ¿todos los grupos de influencia son sectas? No. El argumento no es reversible. Los “grupos de poder” son elitistas, las sectas también, pero no todos los grupos elitistas son sectas, ¿entiendes?

-Digamos que debe de haber algún punto “místico” para que se considere secta…

Tiene que haber tres puntos: el misterio -algo que está por venir y ya lo irás viendo-, el milagro -cosas asombrosas pueden suceder y las vas a comprobar-, y la autoridad –(picando fuerte sobre la mesa) este soy YO. Si tienes esta tríada, tienes el germen de la secta, lo apliques al discurso que lo apliques.

-¿Se puede aplicar a un partido político?

Si… pero, en principio hay un sistema democrático, hay cuestiones que se pueden criticar, los miembros pueden marcharse del partido. Pero sí, hay niveles de intensidad. ¡Cuidado! Que cuando uno tiene la parrilla de análisis de una secta, empieza a ver sectas por todas partes. Si analizas el sistema del ejército bajo esta parrilla…

-Sobre todo tratándose de EE.UU…

(Reímos)

-Podríamos añadir a la tríada el anuncio del Apocalipsis como cuarto punto…

Puede llegar a ser si la patología del líder sobrepasa los límites tolerables. No todos los grupos  te hablan del fin del mundo. Pero es verdad que todos tienen como un Armagedón. Por ejemplo, ahora los grupos de corte New Age hablan de un “cambio de conciencia” en diciembre de 2012. Están basados en unos cálculos astrológicos –más que discutibles- que nada tienen que ver con el calendario maya (interpretación reciente). Fue una periodista la que dijo lo del cambio de era. ¿Esto es un cataclismo del Armagedon? Ellos te dirán que no, que es un cambio de conciencia vibratoria, pero, a la vez, anuncian terremotos, enfermedad… El grupo que más preocupa ahora en este sentido está en Francia, la Escuela de Ilumación Ramtha. Luego también están los grupos “platillistas” (o ufológicos).

-Éstos son los que más me fascinan… ¿cómo puedes llegar a creer semejante estupidez?

Todos creemos en algo. Si no tienes nada en que creer, no tienes nada por lo que vivir. Las creencias mágicas están muy extendidas: las energías, la curación por imposición de manos, la telepatía, la levitación… ¿Están locos? No, son niveles de creencias totalmente aceptadas. Las personas que están metidas en grupos ufológicos antes tenían algún tipo de creencia en lo paranormal. El problema fundamental es que toda tu vida acabe girando en torno a ello. Una religión debería ayudarte a ser mejor persona, lo que significa no ser egoísta, desvivirte por los demás… Una secta te dice ‘debemos ayudar a la humanidad’ y al final están encerrados en una habitación 24h mirándose el ombligo. Cuando tratas a los adeptos, lo único que hacen es hablar de ellos mismos.

-Has hablado mucho del término New Age (la Era de Acuario: anuncia nueva era de cambio de conciencia del ser humano que traerá prosperidad, paz y abundancia). Tiene muchos adeptos desde mediados del s.XX hasta hoy, pero lo definen como un “movimiento”… ¿No es una secta?

La New Age no es una secta, es un movimiento paraguas que lo engloba todo: des de los chamanes, las danzas desnudas para conectar con Pacha-mama (madre naturaleza), conectar con tu “diosa interior”, la descodificación biológica, los cristales de cuarzo, el reiiki… Según la época, cambia el discurso. El lado derecho del cerebro, la intuición frente a la racionalización, la autosanación… son ideas que han ido penetrando en la sociedad. En los 60 era la contracultura y en los 70 los platillos volantes. Cambian los intereses de la población, cambian los discursos y las sectas se meten en esas modas.

-El movimiento 15M podría tener tirada para cualquier listillo aprovechado…

Y tanto. Puede ser instrumentalizado por una secta. En las manifestaciones del 15M se observaba un cierto talante New Age en algunas personas, una mezcla curiosa lejos de la política, el idealismo y la indignación. De hecho, Scientology dejó algunos de sus libritos en muchas de las comisiones. Porque les interesa: es gente joven. Esto ya se ha hecho otras veces con el movimiento de maltrato a los animales, por ejemplo, Vida Universal, que tienen un discurso contrario al de los grupos en defensa del maltrato animal, por que buscan legitimar un discurso. Las sectas no tienen nada de mágico, ni de esotérico, ni de misterioso, son grupos que aplican técnicas de influencia social mundanas -que todos aplicamos en nuestra vida diaria-, pero en su máxima expresión y de manera no ética.

-¿Hay sectas con buenas intenciones?

Sí, claro, pero entonces ya no son sectas destructivas. Por ejemplo, no todas las  sociedades secretas son sectas, ni todos los grupos satánicos. Por lo general, todo el discurso que tiende a calificar algo como “secta satánica” proviene de la Iglesia Católica, qué curioso… ¿Son sectas destructivas los grupos satánicos? Si te fijas, tú entras en un grupo satánico y ya sabes a lo que vas. Adoran a Satán, no te va a sorprender porque ya te lo esperas. Pero no hay ninguna religión satánica como tal –aunque aún perdure la Iglesia de Satán en EE.UU-. En una secta no. Te piensas que vas a salvar al mundo, pero acabas haciendo otra cosa. Yo no conozco ningún grupo satánico que haya sacrificado niños… Es muy fácil cruzar la línea de perseguir a cualquiera.

-¿Te imaginas un mundo donde se dominaran las mentes con microchips?

Recuerdo pacientes con claros cuadros paranoides que te decían que tenían microchips implantados en el cerebro a través de los cuales eran controlados mentalmente. Este es un tema muy extendido en los trastornos graves de la personalidad y en cuadros claramente psicóticos. En respuesta a tu pregunta: no, no me lo imagino. Me gustaría un mundo en el que las personas sigan controlando a los microchips… (Ríe)

Si te refieres a que la tecnología estará al servicio del control, ya lo está. ¿No te pones nerviosa cuando no tienes cobertura, cuando te quedas sin Internet? Acabará convirtiéndose en algo indispensable en nuestras vidas. Las sectas ya utilizan la tecnología en su favor, están en las redes sociales y gastan mucho dinero en el entorno virtual. Lo que está claro es que el estudio neuronal y la neuroanatomía están muy en sus inicios, igual que la genética. Somos tan complejos… no solo somos genes. La mente existe y es una condición emergente del cerebro. De lo que no hay duda es que –si ya hay intervenciones quirúrgicas con estímulos eléctricos para favorecer la neurotransmisión, etc.- las neurociencias irán avanzando convirtiéndose en las ciencias del futuro más apasionantes.

-He leído que sectas como Scientology hacen firmar a sus adeptos contratos para que no utilicen prácticas psiquiátricas. ¿Son ustedes como el demonio para ellos?

Sí. Quieren evitar el riesgo de que hablen con una fuente de información crítica. En el caso de Scientology tiene que ver con la misma formación del movimiento, cuando su fundador (L. Ronald. Hubbard) tenía graves problemas psiquiátricos donde, además intentó definir una “nueva ciencia de la salud mental” -la Dianética- rechazada por todas las sociedades médicas y psiquiátricas de la época y de hoy. Eso le ha generado un rechazo visceral hacia nosotros. Hasta tienen una Comisión Ciudadana por los Derechos Humanos –no confundir con la Comisión Ciudadana de los Derechos del Hombre-. Dicen que rechazan los abusos de la psiquiatría y se manifiestan en hospitales y congresos de psiquiatría, abogando por los pacientes. Cosa que, teóricamente, está muy bien –siempre ha habido voces críticas desde la psicología y la psiquiatría hacia las mismas-, pero qué casualidad que recientemente la presidenta de esta comisión haya sido detenida por coaccionar a una adolescente a no denunciar antes la policía haber sido abusada por su padrastro, miembro de Scientology.

-Por otro lado, ¿no hay que tener un poco de psicólogo para dominar las mentes de la gente?

Esta pregunta tiene varios sentidos. Hay que tener psicología para comprender la mente de los otros y llegar a dominarla. Esto se ve claro con los videntes. ‘Es que me lo ha adivinado todo’, si claro pero tú no te habrás dado cuenta de que le has dado detalles. Hay técnicas que forman parte, incluso, del mundo del ilusionismo. Hay técnicas de comunicación no verbal –el pulso, el parpadeo, la mirada- que denotan cómo nos sentimos, que son totalmente naturales. Luego hay técnicas de ensayo-error hasta que acierten. Esto liga con los experimentos de psicología social de Milgram en las que el experimentador mandaba al “conejillo de indias” hacer descargas eléctricas contra otra persona. ¡Y las llegaba a hacer! Luego están los experimentos de Zimbardo en la prisión, en la que unas personas hacían de presos y otras de guardas. Después de tres días los guardas eran los más sádicos y los prisioneros los más rebeldes. En teoría eran todas buenas personas, sin patologías, gente cotidiana. ¿Cómo es que se han vuelto malvadas? Estos interrogantes son los que planteaba Zimbardo con respecto a la capacidad de la maldad humana y lo fácilmente manipulables que somos. Este tipo de procedimientos a día de hoy están regulados, pues no son permisibles, ya que no se puede jugar con la mente de las personas.

-Vamos a ser un poco malos… Algunos opinan que los psicólogos hacen lo mismo con sus pacientes, que hacen que éstos dependan emocionalmente de su ayuda. ¿Sois comecocos?

Hay gente que se presenta como “terapeuta” cuando no lo son. Y hay otros que hacen mal praxis por estar insuficientemente preparados. Desde mi experiencia profesional te puedo decir que en un tratamiento psicológico la dependencia es inevitable. Pero, un buen tratamiento debe ayudarte a trabajar esa dependencia para que tú seas autónoma. Esto es muy interesante de analizar porque te marca una pauta para entender a las sectas. Tú vas a un profesional la primera vez y te quedas muy a gusto. En el 99% de los casos, después de tres visitas ya no volverían. Porque el hecho de pedir ayuda ya es en sí mismo terapéutico. ¿Eso se acaba ahí? No, eso es solo el inicio. En un primer momento tiene que haber dependencia porque tú estás sufriendo y vas a ver a un profesional para que te ayude. El punto de inflexión está en la intencionalidad de ese proceso y de la persona que ejerce esa influencia. El objetivo debe ser ético. Cuando la relación entre paciente y terapeuta se empieza a desvirtuar, fácilmente puede acabar en una relación sectaria. Lo natural es que el paciente idealice, lo esperable http://www.aiiap.org/PDF/Feaster.pdfes que el terapeuta ayude a ver que no es así. El problema viene cuando el terapeuta se pone en la posición de ‘mañana, sin mí, usted no sería nada’.

-¿Cómo saber que la persona ha llegado al nivel de autonomía adecuado? ¿Quién decide que el tratamiento ha llegado a su final?

Es algo que se acuerda entre el terapeuta y el paciente. Uno de nuestros objetivos es siempre que la persona sea más autónoma y capaz por sí misma. No podemos convertirnos en una muleta perpetua. Ahora, también hay pacientes muy graves que requieren años de trabajo sostenido.

-¿Han tomado alguna vez represalias contra ti?

Represalias siempre las hay. No tanto físicas, sino a nivel profesional: pérdida de contactos, difamaciones públicas, denuncias… A la mínima que dices algo ya tienes un buro fax. Es el primer aviso. Son gajes del oficio. Si trabajas en la construcción, ponte casco.